La Luna, además de ser nuestro satélite, siempre ha sido un foco en la noche, y todas las culturas que han habitado la tierra, siempre le han dado la categoría de deidad, culpándola o adorándola por su influencia sobre el ser humano, la propia tierra, o las criaturas que habitan en ella.
Sus ciclos, duran 28 días, al igual que el periodo menstrual de las mujeres, lo que hizo que esta tuviese una gran adoración en los cultos a la fertilidad en la antigüedad. En casi todas las culturas se le ha dado un carácter femenino, y en otras tantas un cierto componente oscuro o antagonista al sol. Por sus efectos sobre los cánidos y muchos animales, también se le atribuye el poder del cambio dentro de las bestias antropomorfas, como el hombre lobo, y a la vez, siempre se le adjudicó un carácter esotérico a la hora realizar los aquelarres y las invocaciones en las noches de luna llena.
Una de las cosas por las que la gente conoce a los lobos es por su característico aullido que ha formado parte de numerosas películas de miedo y que tiende a crearnos una sensación de nerviosismo debido a que pensamos que algo va a suceder en breve.
El hombre es un lobo para el hombre señalaba Hobbes en el
siglo XVII para referirse a la naturaleza perversa que posee el ser humano. Esa
perversidad signicaba que tuvieran que crearse diversos mecanismos de control
para vigilarle. En este sentido todos los seres humanos poseemos una capacidad
dañina para nuestros congéneres. Algunos somos más o menos lobos que otros, por
tanto aceptemos como cierta la metáfora de comparar el lobo con la especie
humana, o más que nada con la humanidad de quien escribe.
Los lobos son animales que solitarios pero viven en
manada la vez. Así como en el amor el ser humano busca una pareja para
construir y proyectarse en el futuro, el lobo busca y lucha por buscar una
hembra alfa con la cual conformar una manada, así como muchos seres humanos que
por su genialidad poseen un destino trágico (v.gr artículo sobre el tema) los
lobos se apartan de la manada y viven en la estepa, ese lugar donde impera la
soledad absoluta a la cual Hesse se refiere en su libro el lobo estepario, “Soledad
es igual que independencia, la había deseado y conquistado en el transcurso de
largos años. Resultaba fría, ¡oh sí!, pero también quieta, maravillosamente
quieta y grande como el espacio frío y silencioso en el que giran las
estrellas”.
Sigamos con nuestra metáfora, ¿Por qué aúllan los lobos a la
luna?, búsquenos razones…la primera es la esencial, el lobo aúlla con
obstinación por ese algo que le genera bien alegría o tristeza, es ese grito
desgarrador desde el interior, gutural, que busca y clama por respuestas
…!!!Luna por qué no estas cerca de mi¡¡¡ Luna porque
estas lejana, o bien simplemente porque el lobo a la luz de
los haces de la luna quiere expresarse y expresarle al mundo su dicha o
desdicha. En este sentido la luna es un objeto al cual expresarle simplemente
lo que ocurre.
Una segunda razón tiene que ver, con que el lobo que aúlla a
la luna es un lobo, estepario, el lobo estepario es de esa especie de
lobo que debe cruzar toda la estepa en solitario, se ha apartado de la manada
por algún motivo y busca compañía en la soledad de su estepa, y encuentra en
ese intertanto la luz lunar que le guía e inspira, se siente inspirado a llorar
su dolor, su congoja, esa contradicción entre querer vivir en manada y la
soledad que le embarga.
Por otro lado es posible declarar que también la Luna
significa una inmensidad. Hay una inmensidad que separa al lobo de su objeto
deseado y amado, está por otro lado imposibilidad de poder lograr llegar a
dicho deseo, en este sentido hay un encuentro entre el lobo y la luna como
separación, en el cómo debe buscar las vías para destruir dicha imposibilidad
eterna e inmóvil. Así mismo en la dicha inmensidad es también cuando el lobo
observa la luna hay una inmensidad divina, no es más que el encuentro entre ese
ser perfectible creado por Dios y la eterna magia del creador, el encuentro con
su poder donde uno herido y cansado busca respuestas.
Quiero detenerme en esa inmensidad, en un clima frío,
hostil, ese lobo que se atreve a llorar su agonía, su perdida, su desorientación,
cuyo espíritu está herido, no llora más que su vuelta a la estepa, ya que está
al tanto de que cuando esa luna no este, deberá volver a su rutina esteparia,
esa rutina que lo aleja cada vez más de la vida civilizada de la manada. Es en
esa inmensidad que aúlla por lo que no puede lograr, lo imposible, es decir en
como esa inmensidad sideral pero a la vez titánica, le sumerge y le hunde cada
vez en los fangosos pensamiento de su memoria.
La luna en este sentido es como su bálsamo, es como su
pequeño haz de luz que le permite seguir de pie, resistiendo en la estepa. El
lobo estepario debería cuestionarse miles de elementos del porqué de su
situación…la nobleza no sirve para la vuelta a la manada, la justicia dejó de
existir sino que premia a otros, su lucha por muy fuerte que sea no le sirve
para lograr sus objetivo al ser imposible, por tanto en el momento en que se
rinda ya no podrá seguir aullando ante la luna, ya que está no estará nunca con
el lobo estepario: le habrá abandonado, así como ha perdido a su manada:
quedará eternamente sólo vagando por la estepa, hasta que el dolor de haber
vivido en manada, pase.
Será entonces que se atreverá de nuevo asustadizo bajar de
su soledad a la civilización, casi como una visita, ya que no se siente a gusto
con su antigua especie debido a los daños propinados y a los cuales la luna
niega su respuesta. El lobo pierde así por cada viaje a la estepa, la esencia
misma de la humanidad.
Por otro lado, la inmensidad de entre el contacto con la
luna, significa para el lobo ese reencuentro con el gran creador y su
inmensidad, es la observación contemplativa de su obra, de su creación máxima
como lo es la naturaleza, entre esa inmensidad sideral también hay un factor de
reunión con Dios, es el contacto entre el espíritu y su creador, donde esta
interrelación permite la búsqueda de respuestas.
En este sentido ese aullido no es más que ese grito de culpa
desde la estepa, no es más que esa solicitud imperecedera de piedad y
misericordia ante las luchas por lo imposible, es esa lucha por la búsqueda
para construir una manada y el reencuentro con el espíritu ante la mirada
atenta del creador.
La realidad al irse la Luna, será otra, el frio eterno, la
soledad, el sentimiento de culpa, de haber herido y dañado a otros, hasta que
nuevamente la luna sea benevolente y le regale unos ratos de luz, unos
momentos de calma y tranquilidad para expresarse.
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